Y TU, ¿QUÉ HACES CON TU DOLOR? PROPUESTAS PARA EL ALIVIO...
LAS PIERNAS Y LOS PIES
“No podemos limitarnos a tratar
una enfermedad, debemos ir más lejos y profundizar más, a fin de entender el
proceso y los factores causantes, trabajando progresivamente sobre estos.
Muchas veces, la enfermedad aparente no es más que un proceso por el cual el
cuerpo intenta ponerse mejor.”
Dr. Elson M. Hass.
Seguimos con la propuesta de la escucha, de que te tomes un tiempo para acercarte a ti, persona, desprovista de los papeles cotidianos de trabajador/a, madre/padre, hijo/hija…
Unos minutos para el silencio, donde encontrarás la voz y el pálpito de tu alma, y sentirás tu cuerpo y su lenguaje. Hoy os proponemos un acercamiento a vuestros pilares, las piernas y los pies. Ellos nos hablan de cómo nos sostenemos en la vida, con cuanto esfuerzo o fluidez transitamos por ella, si vamos ligeros hacia nuestros objetivos o, por el contrario, hemos de poner toda nuestra voluntad para avanzar...
- Crea un espacio confortable, con una alfombra o manta en el suelo. Si es posible, lejos de fuentes de sonido, de paso de gente…un espacio para la intimidad
- Ponte cómodo, con la espalda apoyada en la pared. Tus piernas y pies deberán estar desnudos, sin ropa alguna. Si quieres, puedes utilizar algún rico aceite de masaje, el de lavanda, por ejemplo, es calmante y estará bien utilizarlo si haces estos movimientos por la noche, te ayudará a descansar mejor. En cambio, si los haces por la mañana, puedes utilizar aceite de romero, menta, naranja, que son tonificantes y estimulantes. Flexiona una pierna. Extiende un poco de aceite en toda su superficie. Pon las dos manos en lo alto de tu muslo, una a la altura de la articulación de la cadera y otra en la ingle. Muévelas hacia dentro y hacia fuera, notando como los músculos se desplazan y mueven alrededor del fémur. Ve desplazando las manos efectuando este movimiento, que estimula la circulación y distiende todos los tejidos. Cuando llegues a la rodilla, detente un poco, préstale un poco más de tiempo. Es una articulación que soporta muchas tensiones en el día a día. Sigue bajando por la pantorrilla; al llegar al tobillo, puedes cruzar la pierna que estás masajeando sobre la otra, así te será más fácil acceder al tobillo y al pie. Hazlo durante dos minutos aproximadamente.
- Ahora concéntrate en el pie. Ponte un poco más de aceite en las palmas de las manos, y frota toda la superficie de la planta, del empeine, delicadamente. Si estás trabajando sobre tu pierna derecha, entrecruza los dedos de la mano izquierda con los dedos de tu pie, mientras con la mano derecha vas masajeando tu empeine. Hazlo durante un minuto aproximadamente. Descruza los dedos, extiende la pierna y durante un momento disfruta de las sensaciones de tu pierna distendida, con peso, presencia, con más contacto en el suelo. Tu pie parece más vivo, aireado, en calma.¿verdad?. Si te apetece, puedes ponerte de pie y caminar unos momentos, para poder paladear los efectos de lo que acabas de hacer, comparar los apoyos y calidad del movimiento de un lado respecto al otro...observa también que quizás los efectos de lo que has hecho en tu pierna y pie hayan repercutido también en el resto de tu cuerpo: es posible que tu hombro esté más relajado, tu respiración más profunda. Increíble que con tan poco se consiga tanto!!!
- Haz lo mismo en la otra pierna.
- Puedes, si te apetece, continuar con los movimientos que os propusimos para distender la espalda.
Quizás, después de estos minutos a solas con tu cuerpo descubras que necesitas caminar más despacio, más consciente de cada paso que das… O que necesitas “estar más con los pies en el suelo”, tener en cuenta la realidad… O que sería bueno para ti aceptar ayudas, no pretender sostenerte tu solo, con tanto esfuerzo… La escucha de nuestro cuerpo siempre nos aporta valiosas informaciones.
Continuaremos...