Por Montserrat Reverté terapeuta de Movimiento Integral.
Empecé hace muchos años a trabajar
con Gloria Martínez, creadora del método de trabajo corporal
“Movimiento Integral”.
Los cambios en mi estado físico se
hicieron evidentes a partir de la cuarta sesión en grupo. Recuerdo
que por el dolor lumbar secundario a una intervención quirúrgica,
no podía vivir sin mi corsé, y solo con un mes de trabajo en grupo,
me lo saqué para siempre. Y estos cambios han ido continuando con el
paso de los años, de forma que me siento muy a gusto en mi cuerpo,
tengo flexibilidad y muchos recursos para actuar en caso de tener
alguna molestia.
Pero a parte de todos estos beneficios
físicos, me he ido dando cuenta que se han producido otro tipo de
cambios, a un nivel más profundo. Como por ejemplo la manera en que
recibo la sesión.
En una sesión de grupo, la terapeuta
da unas pautas a realizar, los participantes escuchan y buscan la
manera de dar aquellas ordenes al cuerpo para llegar a hacer el
movimiento que se pide, para seguir el eje corporal. Pues yo, al
principio tenía que preguntar muchas veces si me podían repetir lo
que habían dicho... y es que mi mente estaba agitada y no podía
estar presente. Ahora, en cambio, puedo estar presente la mayor parte
del tiempo, recibo las pautas, las efectúo y escucho mi cuerpo, todo
con presencia.
Cuando me di cuenta del cambio quise
investigar más y comprendí que desarrollar la atención es un
proceso gradual que ayuda a establecer nuevas conexiones neuronales y
inhibir el parloteo de las antiguas. Es decir, la práctica
continuada en estas sesiones corporales de Movimiento Integral, me
han ayudado a estar más en el cuerpo y salir de la mente y esto, a
la vez, me ha ayudado no solo a poder estar más conectada en el
cuerpo, sino a poder estar más presente en mi vida cotidiana.
No hay mejor aprendizaje, para una
persona practicante de la meditación, que la de poder llevarla a la
vida cotidiana, no solo al lugar donde se medita. I no solo, como
explico, se medita sentado y quieto, sino que podemos meditar de
muchas maneras. Como dice Yongey Mingyur Rinpoché, en el libro “La
alegría de vivir”, se puede meditar a partir de las sensaciones
corporales, sensaciones dolorosas, la forma de las cosas, los
sonidos, los olores, los sabores, la respiración, etcétera, estar
presentes, en definitiva.
Quería transmitir que el trabajo
corporal, para mi, es una manera de meditar y conectar con un “amor
verdadero”.
“Así, nuestro cuerpo es
la inmensidad. Contiene la totalidad de los mundos. Es sabiduría
ilimitada, paz profunda, alegría inagotable. Cuando la mente se
apacigua, emerge el cuerpo en el que se entregan a los juegos del
amor, el espacio y la libertad innata, de los que el cuerpo es
depositario. Sin la obstrucción de la mente, cada ser se daría
cuenta de que su cuerpo oculta todos los esplendores divinos que
busca en el exterior”.
“Adiós Gurú” Daniel
Odier. Ediciones presencia.