25 de novembre 2013

El trabajo corporal como meditación

Por Montserrat Reverté terapeuta de Movimiento Integral.

Empecé hace muchos años a trabajar con Gloria Martínez, creadora del método de trabajo corporal “Movimiento Integral”.

Los cambios en mi estado físico se hicieron evidentes a partir de la cuarta sesión en grupo. Recuerdo que por el dolor lumbar secundario a una intervención quirúrgica, no podía vivir sin mi corsé, y solo con un mes de trabajo en grupo, me lo saqué para siempre. Y estos cambios han ido continuando con el paso de los años, de forma que me siento muy a gusto en mi cuerpo, tengo flexibilidad y muchos recursos para actuar en caso de tener alguna molestia.

Pero a parte de todos estos beneficios físicos, me he ido dando cuenta que se han producido otro tipo de cambios, a un nivel más profundo. Como por ejemplo la manera en que recibo la sesión.

En una sesión de grupo, la terapeuta da unas pautas a realizar, los participantes escuchan y buscan la manera de dar aquellas ordenes al cuerpo para llegar a hacer el movimiento que se pide, para seguir el eje corporal. Pues yo, al principio tenía que preguntar muchas veces si me podían repetir lo que habían dicho... y es que mi mente estaba agitada y no podía estar presente. Ahora, en cambio, puedo estar presente la mayor parte del tiempo, recibo las pautas, las efectúo y escucho mi cuerpo, todo con presencia.

Cuando me di cuenta del cambio quise investigar más y comprendí que desarrollar la atención es un proceso gradual que ayuda a establecer nuevas conexiones neuronales y inhibir el parloteo de las antiguas. Es decir, la práctica continuada en estas sesiones corporales de Movimiento Integral, me han ayudado a estar más en el cuerpo y salir de la mente y esto, a la vez, me ha ayudado no solo a poder estar más conectada en el cuerpo, sino a poder estar más presente en mi vida cotidiana.

No hay mejor aprendizaje, para una persona practicante de la meditación, que la de poder llevarla a la vida cotidiana, no solo al lugar donde se medita. I no solo, como explico, se medita sentado y quieto, sino que podemos meditar de muchas maneras. Como dice Yongey Mingyur Rinpoché, en el libro “La alegría de vivir”, se puede meditar a partir de las sensaciones corporales, sensaciones dolorosas, la forma de las cosas, los sonidos, los olores, los sabores, la respiración, etcétera, estar presentes, en definitiva.

Quería transmitir que el trabajo corporal, para mi, es una manera de meditar y conectar con un “amor verdadero”.


“Así, nuestro cuerpo es la inmensidad. Contiene la totalidad de los mundos. Es sabiduría ilimitada, paz profunda, alegría inagotable. Cuando la mente se apacigua, emerge el cuerpo en el que se entregan a los juegos del amor, el espacio y la libertad innata, de los que el cuerpo es depositario. Sin la obstrucción de la mente, cada ser se daría cuenta de que su cuerpo oculta todos los esplendores divinos que busca en el exterior”.


“Adiós Gurú” Daniel Odier. Ediciones presencia.