¿Qué es el MI?

Nuestro cuerpo, ese lugar en el que habitamos durante toda nuestra vida, y que, a pesar de ello, es la mayor parte del tiempo un desconocido para nosotros, es de una perfección inimaginable. Cuando nacemos, cada parte de nosotros, ya sea orgánica, muscular o esquelética, funciona naturalmente, sin trabas ni disfunciones.

 A medida que vamos creciendo, las vivencias que vamos acumulando hacen que nuestro cuerpo vaya cambiando: las alegrías y satisfacciones, todos somos conscientes, nos hacen respirar mejor, andar más ligeros, estar más dinámicos, y esto, a nivel físico, se traduce en un buen tono muscular, nuestras articulaciones están libres y flexibles, hay un buen funcionamiento orgánico…

De la misma manera, las preocupaciones, dolores emocionales, dificultades de la vida, se instauran en nuestro cuerpo provocando tensiones, músculos rígidos, articulaciones anquilosadas, respiración mermada, nuestros órganos empiezan a rebelarse y aparecen úlceras, taquicardias, dolores...

Habitualmente no somos conscientes de cómo las tensiones que vivimos cotidianamente, tanto las producidas por nuestra actividad diaria, cómo las emocionales, repercuten en el funcionamiento de toda nuestra estructura.

Y, puesto  que desconocemos  como funciona, percibimos el dolor, pero no somos conscientes de sus causas, y ese desconocimiento nos impide entender la relación entre como nos sentimos , como vivimos, y lo que le sucede a nuestra casa, el cuerpo.

Y continuamos con nuestros quehaceres diarios, haciendo las cosas de la misma manera, efectuando  los mismos gestos una y otra vez, adoptando posturas  que quizás no somos conscientes de que nos sobrecargan o, si lo somos, no sabemos como cambiarlas, y las tensiones se van instalando en nuestro cuerpo, sumándose unas a otras.